Carlos Gallegos
En el tórrido 1986, con las pasiones políticas a tope, el licenciado Fernando Baeza Meléndez, candidato del PRI al Gobierno del Estado, convive con don Ramón Porras Baeza, dueño del expendio de petróleo La Estrellita del Sur, de calle 1a Poniente 208.
A la distancia de tantos años, ya ni estufas de petróleo hay, sólo fotos para el recuerdo, como ésta que nos comparte la familia Porras Baeza.
Después de una elección muy reñida, peleada literalmente casilla por casilla y voto a voto, el deliciense triunfó sobre el juarense Francisco Barrio Terrazas, de raíces familiares en el cercano Satevó, por lo que aquella disputa política se dirimió entre dos cuasi vecinos.
A la mañana siguiente de su toma de posesión, el licenciado Baeza amaneció en Ávalos, vigilando que se cumpliera su prinera orden: el inicio de la carretera a cuatro carriles entre la capital del Estado y Delicias.
Nunca como esa vez se cumplió al dedillo la sentencia popular que establece que la cabra siempre tira al monte, aunque en rigor la frase debió modificarse un poco, pues cuando fue alcalde de su tierra, el flamante gobernador había sido rebautizado por la raza brava como la Loba, aludiendo a la oda musical que canta: si no fuera por la Loba aquí nos amanecía.
Le reprochochaban que hubiera dispuesto que las cantinas cerraran a las 12 y dejaran de jalar día y noche, como se estilaba desde que se abrió el primer antro, posiblemente El Centro Algodonero, que aún despacha en el lugar de siempre.
La duda obedece a que los registros de los negocios de aquellos años están muy borrosos y además escritos con letra cursiva muy garigoleada y no puedo descifrar bien el nombre.
Perdón por la imprecisión, pero de que el gober los cerró, los cerró.
Hay agravios que no se olvidan.
En la otra foto, de 1988, coleccionada por los Máynez Baca, don Toño V. Máynez, segundo Cronista del Municipio, banquero, promotor deportivo, gran historiador,curador del museo Casa de Juárez y otras prendas, choca las manos con la Loba, perdón, con el señor gobernador Baeza Meléndez.
Aquí permítanme una precisión, para mitigar la tacha de la anterior.
De acuerdo al reglamento respectivo, cuando lo vea dirígase a él como Embajador Baeza, nombradía ad perpetuam que merecen quienes, como él, han formado parte del Servicio Exterior Mexicano.
Él lo obtuvo como embajador de México en Costa Rica, donde hizo una excelsa gestión.
Qué bien se nota que ya no hallo cómo tachar lo de la Loba.