Desde una heladería en California hasta un negocio de suministros médicos en Carolina del Norte y un vendedor de camisetas en las afueras de Detroit, las empresas de Estados Unidos se preparaban para sufrir un golpe por los impuestos que el presidente Donald Trump ordenó el sábado a las importaciones procedentes de Canadá, México y China — los tres mayores socios comerciales del país.
Los aranceles — 25% a los productos canadienses y mexicanos y 10% a los bienes chinos — entrarán en vigor el martes. La energía canadiense, incluyendo petróleo, gas natural y electricidad, estará gravada con una tasa menor del 10%.
La presidenta de México ordenó de inmediato aranceles de represalia y el primer ministro de Canadá dijo que el país impondría aranceles correspondientes del 25% sobre hasta 155.000 millones de dólares en importaciones estadounidenses. China no respondió de inmediato a la acción de Trump.