Florencio Rodríguez Loera, originario de Meoqui, Chihuahua, llegó a Durango en 1978 y se convirtió en una figura entrañable
El 16 de julio de 1978, a las 22:10 horas, Florencio Rodríguez Loera llegó por primera vez a la ciudad de Durango. Proveniente de Meoqui, Chihuahua, en el autobús 148, con maleta en mano, se hospedó en el Hotel Reyes, ubicado frente a un centro comercial sobre la avenida 20 de Noviembre. Ocupó la habitación número 211, por la cual pagó 62 pesos. Se recuerda en aquellos momentos con pantalón de campana, camisa floreada y el cabello largo. Así fue su llegada a Durango, la tierra que se ha convertido en su hogar, y donde además de conocer al amor de su vida, formó una familia con cuatro hijas.
Su memoria es una de sus principales características, y le han permitido guardar cada detalle de su vida, incluso numérico, y así poderlo contar con facilidad. Tras su llegada hace 47 años, la callada y tranquila ciudad colonial, se convirtió en su hogar permanente, el lugar donde formaría una familia, y desarrollaría su carrera profesional.
Florencio es el quinto de seis hermanos. Su infancia en Meoqui quedó marcada por una temprana pérdida, la muerte de su padre cuando apenas tenía nueve años. Su madre, quien fallecería casi 38 años atrás, fue sostén y guía. A sus padres los recuerda con profundo respeto, y nostalgia aún a la distancia de los años.
Cursó la primaria y secundaria en su natal Meoqui, y el bachillerato en Ciudad Delicias, en el entonces llamado Centro de Estudios Tecnológicos Agropecuarios. Su formación profesional inició en el estado de Guerrero, en la Delegación de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, en Chilpancingo.
Posteriormente, llegó a Durango con una misión, fue enviado como extensionista agrícola a Mezquital. Luego siguieron Otinapa, Llano Grande, y Nuevo Ideal. De cada localidad extrajo enseñanzas e historias que hoy con total claridad y nostalgia puede contar.
En 1992, su trayectoria tomó un nuevo rumbo al incorporarse a la Comisión Nacional del Agua (Conagua) en la ciudad de Durango. Ahí se encargó de captar información hidrológica, es decir, precipitaciones, temperaturas y niveles de almacenamiento en presas.
En 1996 fue transferido al Observatorio Meteorológico. Apenas llegó, y viajó a Monterrey, Nuevo León, para recibir capacitación en meteorología. Un año después, en Toluca, continuó con formación especializada, obteniendo las clasificaciones de meteorólogo clase 3 y clase 4. Su carrera técnica se consolidaba.
En paralelo a sus labores en Conagua, Florencio se convirtió en una voz reconocida por la ciudadanía, al iniciar transmisiones del clima en la estación de radio XEDU, acompañando al reconocido Samuel Carlos Guillén. Aprendió el respeto por el micrófono y por la audiencia. Fue pionero en la divulgación del clima por medios masivos junto a Fernando Hernández, en una época en la que Durango se posicionaba como uno de los observatorios más destacados del país.
No todo fue bonanza. En enero de 2019, después de 41 años de servicio, fue despedido de la Conagua. Fue un día muy doloroso, y aunque esperaba ver y despedirse de sus compañeros, asegura que nadie apareció.
Desde enero de 2009, Florencio Rodríguez formaba parte del cuerpo académico de la Universidad Politécnica de Durango (Unipoli), donde actualmente imparte la materia de Desarrollo Humano. Ha sido parte de la formación de muchas generaciones de estudiantes.
Además, con la vocación que lo caracteriza, ahora proyecta una nueva meta, apoyar a niños y niñas de Durango en sus tareas escolares, de manera gratuita.
“Voy a hacer lo posible a ver si puedo entrar a una secundaria, o primaria. Quiero ayudar a los muchachos a hacer tareas. No quiero cobrar, es una reciprocidad que quiero dar a Durango. Durango me ha dado mucho a mí, me siento contento con la gente”.
Aunque le apasiona la radio, dice tener miedo al micrófono, contrario a lo que le sucede con las cámaras, cuando le toca hacer intervenciones en televisión. Desde niño se imaginaba anunciando canciones, y aunque fue rechazado en su primer intento en la entonces llamada Radio Sensación en Durango, encontró inesperadamente un lugar que le ofreció hacer gala de su voz. Fue contratado en la Central Camionera, donde anunció cada salida, agregando detalles de la hora, el clima y más.
Hoy, convertido en un personaje entrañable para Durango, recuerda con humor y humildad una anécdota meteorológica. Una vez pronosticó lluvias y un fuerte descenso de temperatura debido a una masa polar. El fenómeno cambió de rumbo. Llegando a Chihuahua se desvió a la parte oriente y no llegó a Durango.
Al día siguiente, acudió al Canal 12 y ofreció disculpas públicas. “Ofrecí disculpas a la ciudad de Durango, porque yo dije esta información y no sucedió”; contó que esto a mucha gente le cayó bien, y fue ganando más popularidad.
Respecto a ello señaló que incluso con la mejor tecnología no se puede garantizar el 100 por ciento de precisión en los pronósticos.
Florencio Rodríguez Loera no solo es un meteorólogo, un catedrático, o un técnico con décadas de servicio. Es un duranguense por adopción y convicción. Hoy se siente orgulloso de su trayectoria, y agradecido con Durango por todo lo que ha pasado desde aquel año 1978.
El Sol de Durango